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Abraham llamó a su siervo más antiguo, el que estaba encargado de todas sus posesiones, y le dijo:

—Pon tu mano en mi entrepierna.[a] Quiero que me prometas ante el SEÑOR, Dios del cielo y de la tierra, que no vas a elegir una esposa para mi hijo de entre las hijas de Canaán, entre quienes vivimos. Prométeme que vas a ir a mi país, mi tierra natal, y allá vas a conseguir una esposa para mi hijo Isaac.

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Footnotes

  1. 24:2 Pon […] entrepierna Esta era una costumbre para hacer que alguien se comprometiera a cumplir una promesa muy importante. También era muestra de que Abraham confiaba en ese siervo.